Todas las almas condicionadas que están en las garras de la energía ilusoria, ansían encontrar la paz en el mundo material. Pero ellas no conocen la fórmula de la paz, la cual se explica en el Bhagavad-gītā. La mejor fórmula para la paz es simplemente ésta: el Señor Krishna es el beneficiario de todas las actividades humanas. Los hombres deben ofrecerle todo al servicio trascendental del Señor, porque Él es el propietario de todos los planetas y de sus respectivos semidioses. Nadie es más grande que Él. Él es más grande que los semidioses más grandes de todos, es decir, el Señor Śiva y el Señor Brahmā. Las entidades vivientes, bajo el hechizo de la ilusión, están tratando de ser amas de todo lo que ven, pero en realidad están dominadas por la energía material del Señor. El Señor es el amo de la naturaleza material, y las almas condicionadas se hallan bajo las estrictas reglas de la naturaleza material. A menos que uno entienda estos hechos claros, no es posible encontrar la paz en el mundo, ni individual ni colectivamente. Éste es el sentir en el estado de conciencia de Krishna: el Señor Krishna es el predominador supremo, y todas las entidades vivientes, incluso los grandes semidioses, son Sus subordinados. Uno puede encontrar la paz perfecta sólo si se tiene completa conciencia de Krishna. Conciencia de Krishna significa trabajar con pleno conocimiento de la relación que uno tiene con el Absoluto Supremo, y la perfección de ese estado de conciencia es el pleno conocimiento acerca de Krishna, o la Suprema Personalidad de Dios. El alma pura, en su carácter de parte integral fragmentaria de Dios, es la sirvienta eterna de Dios. Ella se pone en contacto con māyā (la ilusión) debido al deseo de enseñorearse de māyā, y ésa es la causa de sus muchos sufrimientos. Mientras ella está en contacto con la materia, tiene que trabajar en función de las necesidades materiales. Sin embargo, el proceso de conciencia de Krishna lo lleva a uno a la vida espiritual, incluso mientras uno se encuentra dentro de la jurisdicción de la materia, ya que es un despertar de la existencia espiritual mediante la práctica en el mundo material. Cuanto más uno está adelantado, más está liberado de las garras de la materia. El Señor no es parcial para con nadie. Todo depende de la ejecución práctica de los deberes de uno en el proceso de conciencia de Krishna, lo cual lo ayuda a uno a controlar los sentidos en todos los aspectos y a conquistar la influencia del deseo y la ira. Y aquel que se mantiene firme en el estado de conciencia de Krishna, controlando las pasiones antedichas, permanece de hecho en la etapa trascendental, o brahma-nirvāṇa. El misticismo yoga de ocho fases se practica automáticamente en el proceso de conciencia de Krishna, porque en éste se cumple el propósito supremo. Pero ello únicamente sirve de antesala a la perfección del servicio devocional, que es lo único que le puede conferir la paz al ser humano. La perfección del servicio devocional es la máxima perfección de la vida.[1]
yā—la que; nirvṛtiḥ—bienaventuranza; tanu-bhṛtām—de los corporificados; tava—Tus; pāda-padma—pies de loto; dhyānāt—de meditar en; bhavat-jana—de Tus devotos íntimos; kathā—temas; śravaṇena—escuchando; vā—o; syāt—se produce; sā—esa felicidad; brahmaṇi—en el Brahman impersonal; sva-mahimani— Tu propia magnificencia; api—incluso; nātha—¡oh, Señor!; mā—nunca; bhūt— existe; kim—qué puede decirse; tu—entonces; antaka-asi—por la espada de la muerte; lulitāt—siendo destruidos; patatām—de los que caen; vimānāt—de sus aviones.[2]
Traducción:
Mi Señor, la bienaventuranza trascendental derivada de meditar en Tus pies de loto o de escuchar a los devotos puros cantar Tus glorias es tan ilimitada que supera con creces la etapa de brahmānanda, en la cual uno piensa que se ha fundido en el Brahman impersonal y que es uno con el Supremo. Ese brahmānanda se ve superado también por la felicidad trascendental que se deriva del servicio devocional; por lo tanto, la felicidad temporal de elevarse a los planetas celestiales, a la que pondrá fin la cortante espada del tiempo, no merece ni consideración. Aunque nos elevemos a los planetas celestiales, con el paso del tiempo tendremos que caer.
Significado:
La bienaventuranza trascendental del servicio devocional, principalmente śravaṇaṃ kīrtanam, escuchar y cantar, es incomparable. Ni los karmīs que se elevan a los planetas celestiales, ni los jñānīs o yogīs que disfrutan de la unidad con el supremo Brahman impersonal, obtienen una felicidad semejante. Los yogīs, por lo general, meditan en la forma trascendental de Viśṇu, pero los devotos no sólo meditan en Él, sino que en la práctica se ocupan en el servicio directo del Señor. En el verso anterior hemos encontrado la expresión bhavāpyaya, que se refiere al ciclo de nacimientos y muertes. El Señor puede liberarnos de la cadena de nacimientos y muertes. Es erróneo pensar, como hacen los monistas, que quien se libera del ciclo de nacimientos y muertes se funde en el Brahman Supremo. Aquí se dice claramente que la bienaventuranza trascendental que los devotos puros obtienen del proceso de śravaṇaṃ kīrtanaṃ es incomparable, y que brahmānanda, el concepto impersonalista de la bienaventuranza trascendental de fundirse en el Absoluto, es muy inferior. La posición de los karmīs, cuyo objetivo es elevarse a los sistemas planetarios superiores, es todavía más degradada. Se explica: yanti deva-vratā devān: Las personas que adoran a los semidioses, se elevan a los planetas celestiales (Bg. 9.25). Pero en otro pasaje del Bhagavad-gītā (9.21), encontramos: kṣīṇe puṇye martya-lokaṃ viśanti.Los que se elevan a los sistemas planetarios superiores tienen que descender de nuevo tan pronto como se agotan los resultados de sus actividades piadosas; son como los astronautas de hoy en día que van a la Luna: tan pronto como consumen el combustible, se ven obligados a regresar a la Tierra. Lo mismo que les ocurre a esos astronautas de hoy en día, que van a la Luna y a otros planetas celestiales por la fuerza de la propulsión a chorro y tienen que descender de nuevo cuando se les agota el combustible, les ocurre también a los que se elevan hasta los planetas celestiales a fuerza de yajñas y actividades piadosas. Antakāsi-lulitāt: La cortante espada del tiempo nos separa de las posiciones elevadas que ocupamos en el mundo material, y nos hace caer de nuevo. Dhruva Mahārāja reconoció que los resultados del servicio devocional son mucho más valiosos que la elevación a los planetas celestiales o la fusión en el Absoluto. Las palabras patatāṃ vimānāt son muy significativas. Vimāna significa «avión». Los que se elevan hasta los planetas celestiales son como los aviones, que caen cuando se les acaba el combustible. Anuvṛtti:
Al comienzo del significado anterior, Śrīla Prabhupāda señala un punto muy importante sobre la diferencia entre los devotos, los yogīs y los jñānīs. Los yogīs principalmente meditan en la forma de Viṣṇu, en la forma de paramātmā, y cultivan poderes místicos. Los jñānīs leen libros, estudian y llegan a la conclusión del brahmān. Sin embargo, por cultivar sólo conocimiento no podemos llegar a la plataforma del servicio devocional. El Señor Brahmā recomendó [3]: jñāne prayāsam udapāsya namanta eva jīvanti san-mukharitāṁ bhavadīya-vārtām sthāne sthitāḥ śruti-gatāṁ tanu-vāṅ-manobhir ye prāyaśo ʼjita jito ʼpy asi tais tri-lokyām [4]: »¡Oh, mi Señor Kṛṣṇa!, el devoto que abandona el sendero de la especulación filosófica empírica, la cual tiene como objetivo absorberse en la existencia del Supremo, y que se dedica a oír a un sādhu o santo genuino hablar de Tus glorias y actividades, y que vive una vida honesta, desempeñando la ocupación que corresponde a su vida social, puede conquistar Tu compasión y misericordia, aún a pesar de que Tú eres ajita, o inconquistable«. Aquí se habla de que los impersonalistas y los yogīs meditan también, pero lo hacen sobre los aspectos energéticos, o manifestaciones parciales del Señor Supremo. Ellos meditan, pero aparte de la meditación, el verso dice: bhavadīya-vārtām: escuchar de las personas bhava, quienes están ocupadas en comprender a Kṛṣṇa, son Sus devotos, y de quienes hay que aprender cómo servir a Kṛṣṇa. No podemos saberlo de una persona que nunca Lo ha servido.
Servicio Devocional es la finalidad del ser humano y principio del verdadero amor
Porque Kṛṣṇa es una persona, y persona quiere decir que tiene gustos, que tiene preferencias. Cuando servimos a Kṛṣṇa sin saber cómo hacerlo, lo hacemos según nuestras preferencias, según nuestra cultura, según nuestro trasfondo cultural, intelectual y existencial; en otras palabras, tomamos nuestro gusto y lo imponemos en Kṛṣṇa; decimos: »Kṛṣṇa debe comer esto porque a mí me gusta«. Esto se condena en el texto anterior, que las personas traten de servir a Kṛṣṇa para obtener complacencia de los sentidos: icchantiyatsparśajaṁnirayeʼpinṝṇām[5]. Sólo la más absoluta falta de conocimiento puede llevar a alguien a adorar al Señor en busca de ganancia material o de complacencia de los sentidos. El Señor es como un árbol de deseos. Aunque todo el mundo puede obtener de Él lo que desee, la gente no sabe qué tipo de bendición debe pedirle. La felicidad que viene de la sensación táctil de la piel, es decir, la felicidad sensual, se encuentra incluso en la vida de los cerdos y los perros. Es una felicidad muy insignificante. Si un devoto adora al Señor en busca de esa felicidad insignificante, debe considerarse que carece por completo de conocimiento. Esa plataforma de servir a Kṛṣṇa ›según mis gustos‹ no es muy aceptable; es mejor, no obstante, que no servirlo. Una persona que pide de Kṛṣṇa sparśajaṁ —cosas de contacto sensorial, cosas que puede obtener a través de los sentidos o que complazcan a los mismos— no es muy inteligente. Dice El Śrīmad-Bhāgavatam: ellos son vimuṣṭa-matayaḥ[6], han perdido su recta inteligencia. ¿Por qué? tava māyayā te[7], por la energía ilusoria del propio Señor. Para los devotos la energía de Kṛṣṇa siempre está manifestada en su forma interna. Las personas no devotas, incluídos los aspirantes a devotos, anhelan la plataforma del disfrute sensorial, la cual también pueden obtener los residentes del infierno. Y ¿quiénes son? Śrīla Prabhupāda comenta: perros, gatos, puercos, son residentes de los infiernos, así como las personas que viven como ellos, simplemente buscando placer externo. Incluso podemos ver aspirantes que viven así. Piensan: »Voy a detener mi proceso en conciencia de Kṛṣṇa y voy a disfrutar la vida, o voy a servir a Kṛṣṇa lo mínimo para que pueda disfrutar de los sentidos«. Esa no es la plataforma de un devoto. No estamos en el templo para aprender a vivir así. Como dice el Señor Ṛṣabhadeva a sus hijos: nāyaṁ deho deha-bhājāṁ nṛloke[8], »[...] aquellos que han aceptado cuerpos materiales en este mundo —deha-bhājāṁ— no deben vivir una vida semejante a la de los que comen cosas indeseables«. Los que comen excremento —como los puercos—, o los que comen basura —como los perros—, o los que comen cosas indeseables, difieren del pensamiento del devoto, el cual evita consumir lo innecesario, porque también para él cualquier objeto de este mundo que no está conectado con Kṛṣṇa —o no destinado a Su servicio— es viḍ, excremento. Así es como piensa el devoto.
Consciencia material o consciencia espiritual.
Todo se purifica por ofrecerlo a Kṛṣṇa, y todo lo que no se ofrece a Kṛṣṇa está contaminado. No es que el objeto esté contaminado; no es que esa mesa está contaminada; pero nosotros nos contaminamos cuando la utilizamos para otra cosa diferente que no sea el servir a Kṛṣṇa. Y ni qué hablar de nuestro cuerpo, o nuestra mente, o nuestra inteligencia: si no se utilizan para servir a Kṛṣṇa, se contaminan.
Disciplina espiritual implica aceptar voluntariamente austeridades y penitencias.
Entonces el Señor Ṛṣabhadeva instruye: tapodivyaṁputrakāyena sattvaṁśuddhyedyasmādbrahma-saukhyaṁtvanantam[9]. Él dice: tapodivyaṁ, esta vida humana es para aceptar sufrimiento voluntario; nosotros voluntariamente optamos por aceptar austeridades —porque de cualquier manera este mundo está diseñado para sufrir incomodidades y las debemos aceptar voluntariamente—. En otras palabras, en vez de dormir o comer al gusto, yo tomo kṛṣṇa-prasādam, me levanto en la mañana para glorificar al Señor Supremo a una hora que tal vez me cueste un poco de esfuerzo —porque si no existe sacrificio, ¿en dónde está el dar la preferencia a Kṛṣṇa?— Si doy preferencia a mis sentidos hasta que me sienta a gusto, ¡hasta que todo esté a mi gusto!, entonces ¿dónde está el gusto de Kṛṣṇa? Aquellas personas que aceptan sufrimiento voluntario, están aceptando, en otras palabras, disciplina espiritual. Así es como es diferente el levantarse temprano para cantar el mahā-mantra —en vez de levantarse a las 6:00 o 7:00 a.m. para ver las noticias, o beber café, o leer el periódico, en lugar de leer El Śrīmad-Bhāgavatam—. Aceptamos ir a trabajar, a llevar un estilo de vida en el cual las personas pensamos que disfrutar es también hacer austeridad. Y esa es la locura en la mente de las personas, puesto que la gente está obligada a hacer austeridad todo el día, y dicha austeridad es sufrir. ¿Cuál es el sufrimiento de un materialista?:
De noche, el envidioso dueño de casa pasa la vida, ya sea durmiendo o entregándose a la complacencia sexual; y de día, ya sea haciendo dinero o manteniendo a los familiares.
Divācārthehayārājankuṭumba-bharaṇenavā significa que ellos pasan toda la noche disfrutando la vida sexual o durmiendo. Ni siquiera disfrutan toda la noche —porque no se puede—, pero tratan de disfrutar. Sin embargo, como dice Śrīla Prabhupāda: »pasan una hora trasportándose hacia el trabajo, todo el día trabajando, emplean una hora o quizá más para regresar a sus casas, comen, obtienen la vida sexual, o leen el periódico, o ven la televisión, y después duermen para levantarse e ir al trabajo de nueva cuenta«. En eso consiste su austeridad. Austeridad voluntaria quiere decir el aceptar la austeridad que de cualquier manera va a venir por tener un cuerpo material: esto es tanu-bhṛtāṁ. Dice el Señor Ṛṣabhadeva: deha-bhājāṁ [11], aquellas personas que han aceptado un cuerpo burdo hecho de los cinco elementos materiales tienen que sufrir automáticamente. Cāṇākya Paṇḍita dice que:
Debemos tomar lo bueno de cualquier cosa: si hay un vaso con veneno y néctar, debemos separarlos y tomar el néctar [12]. Hacer el mejor uso de una mala adquisición
Mientras estemos en este cuerpo, es mejor aceptar el sufrimiento que nos va a dar el máximo beneficio y la máxima felicidad. La felicidad de un devoto fijo en conciencia de Kṛṣṇa —de un devoto serio— es constante. Constantemente está contento. Tal vez haya ciertas incomodidades a través del cuerpo, tal vez padecer del agua fría para bañarse en la mañana; a algunos devotos ni siquiera les molesta eso: levantarse temprano, luchar un poco para seguir cierta disciplina. Tal vez eso nos cueste un poco, pero esa disciplina y constancia nos da una mente tranquila. Cuando la mente esta bombardeada por deseos y más deseos, nunca está tranquila, y aunque obtengamos el objeto del deseo, después de muy poco tiempo seguimos sin estar contentos: siempre vamos a querer algo más, siempre buscamos algo mejor, siempre vamos a querer otra cosa. Entonces esa tapodivyaṁ [13] —austeridad divina— no significa cualquier austeridad; no es que yo también pueda inventar cualquier austeridad —como algunos yogīs o ascetas buscan—, o seguir otras austeridades —como las personas confundidas por la energía ilusoria aceptan—. Como los políticos o aquellos que trabajan muy duro para obtener fortuna material. Ellos aceptan muchas austeridades innecesarias que simplemente causan más dolor. Las austeridades divinas son las recomendadas por sādhu, śāstra y guru —o aquellas disciplinas en la vida que nos ayudan a ser felices—. Lo único que quiere un devoto del Señor es ver que alguien esté feliz, y lo que quiere es otorgarles la verdadera felicidad, no la felicidad temporal material. Entonces se tiene que advertir a las personas que esa felicidad temporal nunca se va a manifestar plenamente y nunca va a durar. Kiṁtvantakāsi-lulitāt: cuando viene la espada de la muerte, lulitātpatatāṁvimānāt, las personas caen de sus aviones, porque todo es temporal en este mundo. Existe algo mejor que elevarse a los planetas celestiales.
En el verso anterior se encuentra la expresión bhavāpyaya[14], que se refiere al ciclo de nacimientos y muertes. El Señor nos puede liberar de la cadena de ciclos de nacimientos y muertes. Es erróneo pensar —como lo hacen los monistas— que quien se libera de los ciclos de nacimientos y muertes se funde en el brahmān Supremo. Aquí se dice claramente que la bienaventuranza trascendental que los devotos puros obtienen del proceso de śravaṇaṁkīrtanaṁ es incomparable, y que el bṛhamanda —el concepto impersonal de la bienaventuranza trascendental de fundirse en el Absoluto— es muy inferior. Sva-mahimanyapināthamābhūt, no se compara el brahmān con la conciencia de Kṛṣṇa. Por eso Śrīla Prabhodhānanda Sarasvatī dice: kaivalyaṁnarakāyate [15], que para mí el unirme con el brahmān es como el infierno. El contacto con los sentidos materiales nos condiciona en los ciclos de nacimientos y muertes, y el brahmānanda también es infernal para el devoto, porque no tiene posibilidad de servir a Kṛṣṇa. Y ni hablar de la posición de los karmīs, cuyo objetivo es elevarse a los sistemas planetarios superiores. Esa es una postura todavía más degradada. Los karmīs de hoy en día ni siquiera tienen un concepto real; su concepto de Dios es karma-kāṇḍa, simplemente un lugar mejor donde preservar lo que tengo, pero en mayor cantidad o por más tiempo: así voy a tener al perrito, a la abuelita —y voy a condenar a la abuelita a quedarse así toda la eternidad, y al perrito a tener que mantener ese cuerpo, pero él va a estar siempre ahí feliz, y la abuelita también, y todos felices—. Siempre las mismas cosas: el automóvil no se va a oxidar ni va a alterarse. Así es su concepto de vida. Su concepto de Dios es el de ir a un concierto nebuloso de trompetas y arpas. También están aquellas personas nobles, que por lo menos quieren elevarse a los planetas celestiales. Kṛṣṇa dice sobre ellos: yāmimāṁpuṣpitāṁvācaṁ [16], que esas personas que siguen el lenguaje florido de los Vedas pravadantyavipaścitaḥ, son menos inteligentes. Veda-vāda-ratāḥpārtha: »¡Oh, Arjuna!, esos supuestos seguidores de los Vedas --nānyadastītivādinaḥ— piensan que no hay más allá que sus deseos materiales --kāmātmānaḥsvarga-parā—«. Ellos piensan que su elevación a los planetas celestiales es lo máximo, y --kāmātmānaḥ— con deseos ilimitados --janma-karma-phala-pradām— ellos quieren únicamente buen nacimiento, buen karma, buenos frutos de sus actividades. Y también kriyā-viśeṣa-bahulāṁ, diferentes actividades bonitas: una bonita ceremonia de fuego donde llevo puesto mi nuevo sarī, o mi nuevo dhotī, y todo decorado. »¡Eso es bueno! ¡Es espiritual!« Ellos se entretienen con diferentes variedades de ceremonias y cosas similares, y piensan que eso es espiritual; bhogaiśvarya-gatiṁprati, ellos piensan que el disfrute material y la opulencia material son la meta de la vida y que no hay nada más. Para ellos se explica lo siguiente: yāntideva-vratādevān[17], »Aquellos que adoran a los semidioses, se elevan a los planetas celestiales«. »¡Entonces ahí está!, ¡qué bueno!« Pero en otro pasaje de ElBhagavad-gītā encontramos: kṣīṇepuṇyemartya-lokaṁviśanti[18], los que se elevan a los sistemas planetarios superiores tienen que descender de nuevo tan pronto como se agotan los resultados de sus actividades piadosas. Así como los astronautas de hoy en día: tan pronto como consumen su combustible se ven obligados a regresar a la Tierra. Van y se quedan dos o tres días y luego se tienen que regresar. Así como aquellos que hacen todas sus austeridades, penitencias y sacrificios de karma-kāṇḍa, y van por 10,000 años a los planetas celestiales, pero tienen que regresar cuando se acaba su supuesto ›combustible‹, su buen karma. Irremediablemente regresan como los astronautas de hoy en día, que van a la Luna y a otros planetas celestiales por la fuerza de la propulsión a chorro y que tienen que descender cuando se les agota el combustible. Esto mismo les ocurre a aquellos que se elevan hasta los planetas celestiales a fuerza de yajñas y actividades piadosas. Antakāsi-lulitāt, la cortante espada del tiempo nos separa de las posiciones elevadas que ocupamos en el mundo material y nos hace caer de nuevo. Dhruva Mahārāja reconoció que los resultados del servicio devocional son mucho más valiosos que la elevación a los planetas celestiales o la fusión en el Absoluto. La palabra vimānāt es muy significativa; quiere decir ›avión‹. Los que se elevan hasta los planetas celestiales son como los aviones que caen cuando se les acaba el combustible. Entonces, no debemos depender del combustible; no debemos depender de nuestros esfuerzos materiales, sino de la misericordia de Kṛṣṇa, que nunca acaba. Hablando del brahmān, aunque el brahmān es la plataforma de felicidad brahma-bhūtaḥprasannātmānaśocatinakāṅkṣati[19], donde no hay sufrimientos mayores, aun así el devoto dice: hiraṇmayena pātreṇasatyasyāpihitaṁmukham[20], »¡Oh mi Señor!, sustentador de todo lo que vive, Tu verdadera cara está cubierta con Tu resplandor deslumbrante. Por favor, remueve esa cubierta y muéstrate ante Tu devoto puro«, por que yo quiero ver Tus pies de loto, Tu cara de loto, Tu forma trascendental; no quiero ver solamente una luz divina. Entonces no debemos desear ni el brahmān ni las actividades fruitivas, sino debemos vivir cómodamente en la conciencia de Kṛṣṇa. Cómodamente quiere decir que tal vez tengo pequeñas comodidades para poder hacer mi servicio mejor; esas son las comodidades que un devoto o devota acepta, y no las comodidades materiales limitadas que aparecen en una revista, donde se mencionan las facilidades que se pueden tener —pero lo que no dicen es que se tiene que trabajar como un asno para obtenerlas—. Eso es lo absurdo de la existencia material, y Dhruva Mahārāja nos aconseja que mejor nos ocupemos en el servicio devocional.
Fin del comentario de Su Santidad Guru-prasād Svāmī al Capítulo 1 del Anuśiṣṭān intitulado El bien máximo para el ser humano.