Los jñānīs
y los yogīs generalmente son impersonalistas y, aunque alcanzan una
forma temporal de liberación al fusionarse con la refulgencia impersonal, el
cielo espiritual, de acuerdo con el Śrīmad-Bhāgavatam su conocimiento no
se considera puro. Por medio de penitencias, austeridades y meditaciones ellos
pueden elevarse al plano del Absoluto Supremo, pero como ya he explicado, caen
de nuevo al mundo material porque no han tomado en serio el aspecto personal de
Kṛṣṇa. A menos que uno adore los pies de loto de Kṛṣṇa, tendrá que descender de
nuevo al plano material. La actitud ideal deber ser: “Soy Tu servidor eterno.
Por favor, permíteme de alguna manera dedicarme a Tu servicio”. A Kṛṣṇa se le
llama ajitaḥ —el inconquistable— porque nadie puede conquistar a Dios,
pero de acuerdo con el Śrīmad-Bhāgavatam, aquel que tiene esta actitud
de servicio fácilmente conquista al Supremo. El Śrīmad-Bhāgavatam
también recomienda que abandonemos ese proceso inútil de tratar de medir al
Supremo. Ni siquiera podemos medir los límites del espacio, ¡qué decir del
Supremo! Es imposible medir la vastedad de Kṛṣṇa con nuestro diminuto
conocimiento, y en la literatura védica se le considera inteligente a aquel que
llega a esta conclusión. Uno debe llegar sumisamente al entendimiento de que
uno es un segmento muy insignificante del universo. Abandonando el esfuerzo por
entender al Supremo mediante el conocimiento limitado o la especulación mental,
debemos volvernos sumisos y oír acerca de Él de parte de fuentes autoritativas,
tales como la Bhagavad-gītā, o de labios de un alma iluminada.
En la Bhagavad-gītā,
Arjuna oye acerca de Dios de labios de Śrī Kṛṣṇa Mismo. De esta manera Arjuna
estableció la norma para entender al Supremo, la cual es oír sumisamente.
Nuestra posición es oír la Bhagavad-gītā de labios de Arjuna o de su
representante fidedigno, el maestro espiritual. Después de oír, es necesario
que practiquemos en la vida diaria el conocimiento adquirido. El devoto ora
así: “Mi querido Señor, eres inconquistable, pero por este proceso de oír, Tú
eres conquistado.” Dios es inconquistable, pero Él es conquistado por el devoto
que abandona las especulaciones mentales y que escucha a las fuentes
autoritativas.
De acuerdo con la
Brahma-saṁhitā, hay dos maneras de adquirir conocimiento: el proceso
ascendente y el proceso descendente. En el proceso ascendente, uno se eleva por
el conocimiento que haya adquirido. De esta manera uno piensa: “No me importan
las autoridades ni los libros. Yo mismo adquiriré conocimiento por medio de la
meditación, la filosofía, etc. De esta manera comprenderé a Dios.” El otro
proceso, el proceso descendente, implica recibir el conocimiento de parte de
las autoridades superiores. La Brahma-saṁhitā afirma que si uno adopta
el proceso ascendente y viaja a la velocidad de la mente y del viento por
millones de años, aun así terminará sin conocimiento. Para él, el tema
permanecerá elusivo e inconcebible. Pero el tema se presenta en la Bhagavad-gītā:
ananya-cetāḥ. Kṛṣṇa dice que se medite en Él, sin desviarse del sendero
del servicio devocional ejecutado con sumisión. Para aquel que adora a Kṛṣṇa de
esta manera, tasyāhaṁ sulabhaḥ: “Yo me vuelvo fácilmente asequible”. Éste
es el proceso: si uno trabaja para Kṛṣṇa veinticuatro horas al día, Kṛṣṇa no
puede olvidarlo. Uno puede atraer la atención de Dios al volverse sumiso. Tal
como Guru Mahārāja Bhaktisiddhānta Sarasvatī solía decir: “No trates de ver a
Dios. ¿Ha de venir Dios y permanecer de pie ante nosotros como si fuese un
sirviente, sólo porque queremos verlo? Ésa no es la manera sumisa. Tenemos que
agradarlo con nuestro amor y nuestro servicio.” El Señor Caitanya Mahāprabhu
entregó a la humanidad el proceso adecuado para acercarse a Kṛṣṇa, y Rūpa Gosvāmī,
Su primer discípulo, lo apreció así. Rūpa Gosvāmī era un ministro del gobierno
mahometano, pero abandonó el gobierno para volverse discípulo de Caitanya Mahāprabhu.
Cuando Rūpa Gosvāmī fue a ver al Señor por primera vez, se acercó a Él
recitando el siguiente verso:
namo mahā-vadānyāya
kṛṣṇa-prema-pradayā te
kṛṣṇāya kṛṣṇa-caitanya-
nāmne gaura-tviṣe namaḥ
“Ofrezco mis
respetuosas reverencias al Señor Supremo Śrī Kṛṣṇa Caitanya, quien es más
magnánimo que ningún otro avatāra, incluso más que Kṛṣṇa Mismo, ya que
Él está otorgando libremente lo que nunca ha dado nadie: amor puro por Kṛṣṇa.”
Rūpa Gosvāmī llamó a Caitanya Mahāprabhu “la personalidad más munificente y más
caritativa”, ya que Él ofrecía libremente la cosa más preciosa: amor por Dios.
Todos queremos a Kṛṣṇa y anhelamos alcanzarlo. Kṛṣṇa es el más atractivo, el
más hermoso, el más opulento, el más poderoso y el más letrado. Ése es el
objeto de nuestro anhelo. Anhelamos los hermoso, lo poderoso, lo letrado y lo acaudalado.
Kṛṣṇa es la fuente de todo esto, así que sólo tenemos que volver nuestra
atención hacia Él, y obtendremos todo: cualquier cosa que queramos. Cualquiera
que sea el deseo de nuestro corazón, se cumplirá mediante este proceso de
conciencia de Kṛṣṇa.
Tal como se
afirmó anteriormente, aquel que muere en conciencia de Kṛṣṇa, tiene garantizada
su entrada en Kṛṣṇaloka, la morada suprema donde Kṛṣṇa reside. En cuanto a
esto, cabe preguntarse sobre cuál es la ventaja de ir a ese planeta, y Kṛṣṇa
Mismo responde:
“Después de
alcanzarme, las grandes almas que son yogīs consagrados, nunca regresan
a este mundo temporal, el cual está lleno de sufrimiento, ya que han alcanzado
la perfección más elevada.” (Bg. 8.15)
Śrī Kṛṣṇa, el
Creador, certifica que este mundo material es duḥkhālayam: lleno de
sufrimiento. ¿Cómo entonces podemos hacerlo agradable? ¿Será posible hacer este
mundo agradable con los supuestos avances de la ciencia? No, no es posible.
Como resultado, ni siquiera queremos saber cuáles son esos sufrimientos. Como
se ha dicho anteriormente, los sufrimientos son el nacimiento, la vejez, la
enfermedad y la muerte, y como no podemos darles una solución, tratamos de
hacerlos a un lado. La ciencia no tiene el poder para remediar estos
sufrimientos que siempre nos están causando problemas. En cambio, ellos desvían
nuestra atención hacia la fabricación de naves espaciales o de bombas atómicas.
La solución a estos problemas se da en la Bhagavad-gītā: si uno alcanza
el plano de Kṛṣṇa no tendrá que volver a esta Tierra de nacimiento y muerte.
Debemos tratar de entender que este lugar está lleno de sufrimientos. Se
necesita determinada cantidad de conciencia evolucionada para entender esto.
Los gatos, los perros y los puercos no pueden entender que están sufriendo. El
hombre es llamado un animal racional, pero está dando su raciocinio para
fomentar sus propensiones animales en vez de buscar liberarse de esa situación
desgraciada. Aquí Kṛṣṇa explícitamente afirma que aquel que regresa a Él, nunca
volverá a nacer para padecer los sufrimientos de nuevo. Aquellas grandes almas
que regresan a Él, han alcanzado la perfección más elevada de la vida, la cual
alivia a la entidad viviente del sufrimiento de la existencia condicional.
Una de las
diferencias que existen entre Kṛṣṇa y un ser ordinario es que una entidad
ordinaria sólo puede estar en un lugar a la vez, pero Kṛṣṇa puede estar en
todas partes del universo y simultáneamente permanecer en Su morada. La morada
de Kṛṣṇa en el reino trascendental se llama Goloka. La Vṛndāvana de la India es
esa misma Vṛndāvana que ha descendido a la Tierra. Cuando Kṛṣṇa desciende por
Su propia potencia interna, también desciende Su dhāma, o morada. En
otras palabras, cuando Kṛṣṇa desciende a la Tierra, Él se manifiesta en ese
lugar particular. A pesar de eso, la morada de Kṛṣṇa permanece eternamente en
la esfera trascendental, en los Vaikuṇṭhas. En el verso anterior Kṛṣṇa proclama
que aquel que regresa a Su morada en los Vaikuṇṭhas nunca ha de nacer otra vez
en el mundo material. Tal persona se llama un mahātmā. En occidente, la
palabra mahātmā generalmente se escucha en relación con Mahātmā Gandhi,
pero debemos entender que mahātmā no es el título de un político. Más
bien, mahātmā se refiere al hombre consciente de Kṛṣṇa de primera clase,
el cual es elegible para entrar en la morada de Kṛṣṇa. La perfección del mahātmā
consiste en lo siguiente: él utiliza la forma humana de vida para desenredarse
del ciclo del nacimiento y de la muerte.
Una persona
inteligente sabe que no quiere sufrimientos, pero éstos le son impuestos por la
fuerza. Como se planteó antes, nosotros siempre estamos en una condición de
sufrimiento debido a la mente, al cuerpo, a los disturbios de la naturaleza, y
a otras entidades vivientes. Siempre se nos impone alguna clase de sufrimiento.
Este mundo material está destinado para sufrir; a menos que existan los sufrimientos,
no podremos volvernos conscientes de Kṛṣṇa. Los sufrimientos son en realidad un
incentivo y nos ayudan a elevarnos a la conciencia de Kṛṣṇa.
Un hombre
inteligente se pregunta por qué estos sufrimientos le son impuestos por la
fuerza. Sin embargo, la actitud de la civilización moderna es: “Déjenme sufrir.
Déjenme cubrir el sufrimiento con la embriaguez o con drogas. Esto es
suficiente para mí”. Pero cuando se termina la embriaguez vuelven los
sufrimientos. No es posible encontrarles solución a los sufrimientos de la vida
con la embriaguez artificial. La solución se encuentra en el proceso de
conciencia de Kṛṣṇa.
Se puede señalar
que mientras los devotos de Kṛṣṇa están tratando de entrar en el planeta de Kṛṣṇa,
el interés de la sociedad está en ir a la Luna. ¿Acaso ir a la Luna no es
también la perfección? La tendencia a viajar a otros planetas siempre se
encuentra presente en la entidad viviente. Un nombre de la entidad viviente es sarva-gata,
que significa “aquel que quiere viajar a todas partes”. Viajar es parte de la
naturaleza de la entidad viviente. El deseo de ir a la Luna no es algo nuevo.
Los yogīs también están interesados en entrar a los planetas superiores,
pero en la Bhagavad-gītā (8.16) Kṛṣṇa señala que esto no les servirá de
nada:
ābrahma-bhuvanāl
lokāḥ
punar āvartino ‘rjuna
mām upetya tu kaunteya
punar janma na vidyate
“Desde el planeta
más elevado del mundo material hasta el más bajo de ellos, todos son lugares de
sufrimiento en los que ocurre el reiterado proceso del nacimiento y la muerte.
Pero aquel que llega a Mi morada, ¡oh, hijo de Kuntī!, nunca vuelve a nacer.”
El universo está
dividido en sistemas planetarios
superiores, medios e inferiores. La Tierra es considerado un miembro del
sistema planetario medio. Kṛṣṇa señala que aunque uno entre al planeta más
elevado de todos, llamado Brahmaloka, aun así encontrará la repetición del
nacimiento y la muerte. Los otros planetas del universo están llenos de
entidades vivientes. No debemos pensar que nosotros estamos aquí y que todos
los demás planetas están vacíos. Por la experiencia práctica podemos ver que
ningún lugar de la Tierra carece de entidades vivientes. Si cavamos
profundamente la tierra, encontraremos gusanos; si nos sumergimos profundamente
en el agua, encontraremos plantas y animales acuáticos; si subimos al cielo,
encontraremos muchísimas aves. ¿Cómo es posible concluir que en otros planetas
no haya entidades vivientes? Pero Kṛṣṇa indica que aunque entremos en los
planetas donde residen los grandes semidioses, continuaremos sujetos a la
muerte. De nuevo, Kṛṣṇa repite que al llegar a Su planeta, no tendremos que
nacer de nuevo.
Debemos ser muy
serios por alcanzar nuestra vida eterna, plena de bienaventuranza y
conocimiento. Hemos olvidado que éste es el verdadero propósito de la vida,
nuestro verdadero interés. ¿Por qué lo hemos olvidado? Sencillamente porque
hemos quedado atrapados a causa del brillo material, por los rascacielos, las
grandes fábricas y los juegos políticos, aunque sabemos que no importa lo
grande que construyamos los rascacielos, no podremos vivir aquí
indefinidamente. No debemos malgastar nuestra energía construyendo poderosas
industrias y ciudades y entramparnos aún más en la naturaleza material; más
bien, debemos usar nuestra energía para desarrollar conciencia de Kṛṣṇa a fin
de conseguir un cuerpo espiritual con el cual podamos entrar al planeta de Kṛṣṇa.
La conciencia de Kṛṣṇa no es una fórmula religiosa o alguna diversión
espiritual; es la parte más importante de la entidad viviente.