Cuando uno
consigue algo superior, abandona en forma natural todas las cosas inferiores.
Queremos disfrutar, pero el impersonalismo y el nihilismo han creado una
atmósfera tal, que nos hemos vuelto adictos al disfrute material. Sin embargo,
el disfrute debe ser en relación con la Persona Suprema (puruśaḥ sa paraḥ),
a quien podemos ver cara a cara. En el cielo espiritual podemos hablar
personalmente con Dios, jugar, comer con Él, etc. Todo esto puede lograrse por
medio del bhaktyā: el servicio amoroso trascendental. Sin embargo, este
servicio no debe tener adulteraciones, es decir que debemos amar a Dios sin
esperar una recompensa material. Amar a Dios para volverse uno con Él es
también una forma de adulteración.
Una de las
mayores diferencias que existen entre el mundo espiritual y el mundo material
es que en el mundo espiritual el jefe o dirigente de los planetas espirituales
no tiene rival. En todos los casos la personalidad principal en los planetas
espirituales es una expansión plenaria de Śrī Kṛṣṇa. El Señor Supremo y Sus
múltiples manifestaciones presiden todos los planetas Vaikuṇṭhas. En la Tierra,
por ejemplo, hay rivalidad por la posición de presidente o de primer ministro,
pero en el cielo espiritual todos reconocen a la Suprema Personalidad de Dios
como el Supremo. Aquellos que no Lo reconocen e intentan rivalizar con Él son
puestos en el universo material, el cual es igual a una prisión. Así como en
toda ciudad hay una prisión, y ésta forma una parte muy insignificante de toda
la ciudad, así mismo el universo material es una prisión para las almas
condicionadas. Aunque el universo material forma una parte insignificante del
cielo espiritual, no está fuera de él, tal como una prisión que no está fuera
de la ciudad.
Los habitantes de
los planetas Vaikuṇṭhas del cielo espiritual son todos almas liberadas. El Śrīmad-Bhāgavatam
nos informa que sus rasgos corporales son exactamente como los de Dios. En
algunos de esos planetas Dios se manifiesta con dos brazos, y en otros con
cuatro. Al igual que el Señor Supremo, los habitantes de esos planetas también
manifiestan dos o cuatro brazos, y se dice que no puede notarse la diferencia
entre ellos y la Persona Suprema. En el mundo espiritual hay cinco clases de
liberación. Sāyujya-mukti es una forma de liberación, en la cual uno se
fusiona con la existencia impersonal del Señor Supremo, llamada Brahman. Otra
forma de liberación se llama sārūpya-mukti, por la cual uno adquiere
rasgos exactamente como los de Dios. Otra forma se llama sālokya-mukti,
por la cual uno puede vivir en el mismo planeta con Dios. Con la liberación de sārṣṭi-mukti
uno puede tener opulencias similares a las del Señor Supremo. Con otra forma,
es posible permanecer siempre con Dios como uno de Sus asociados, al igual que
Arjuna, quien siempre permanece con Kṛṣṇa como Su amigo. Uno puede obtener
cualquiera de estas cinco formas de liberación, pero los devotos vaiṣṇavas no
aceptan la de sāyujya-mukti, fusionarse con el aspecto impersonal. Un
vaiṣṇava desea adorar a Dios tal como Él es y desea mantener su individualidad
separada para poder servirle, mientras que el filósofo impersonal māyāvādī
desea perder su individualidad y fusionarse con la existencia del Supremo. Esta
fusión no la recomienda ni Śrī Kṛṣṇa en la Bhagavad-gītā ni la sucesión
discipular de los filósofos vaiṣṇavas. El Señor Caitanya Mahāprabhu escribió
sobre este tema en Su Śikātaka (4):
na dhanaṁ na janaṁ
na sundarīṁ
kavitāṁ vā jagad-īśa kāmaye
mama janmani janmanīśvare
bhavatād bhaktir ahaitukī tvayi
“¡Oh, Señor
todopoderoso!, no tengo ningún deseo por acumular riquezas, ni por disfrutar de
mujeres hermosas, ni tampoco quiero tener seguidores. Lo único que quiero es
que en mi vida haya servicio devocional puro a Ti, nacimiento tras nacimiento.”
Aquí el Señor
Caitanya Mahāprabhu se refiere a “nacimiento tras nacimiento”. Cuando hay
nacimiento tras nacimiento, no hay posibilidad de liberación. En la liberación
uno alcanza los planetas espirituales o se fusiona con la existencia del
Supremo: en ambos casos, no hay posibilidad de renacer en el mundo material.
Pero a Caitanya Mahāprabhu no Le preocupa alcanzar la liberación o no: Su única
preocupación es poder dedicarse a las actividades de conciencia de Kṛṣṇa, o sea
servir al Señor Supremo. Al devoto no le importa dónde esté, ni tampoco si nace
en la sociedad animal, la sociedad humana, la sociedad de los semidioses o
donde sea: él sólo ora a Dios que no le permita olvidarlo, y que siempre pueda
ocuparse en Su servicio trascendental. Éstos son los síntomas de la devoción
pura. Por supuesto, dondequiera que se encuentre, permanece en el reino
espiritual, aun mientras está en este cuerpo material. Pero él no le exige nada
a Dios para su elevación o comodidad personal.
Aunque Śrī Kṛṣṇa
indica que puede ser alcanzado por aquel que se ha consagrado a Él, existe un
riesgo para los yogīs que practican otros métodos de yoga. Para
ellos, Kṛṣṇa ha dado instrucciones en la Bhagavad-gītā referentes al
momento apropiado para abandonar el cuerpo burdo.
“¡Oh, tú, el
mejor de los Bhāratas!, ahora te voy a explicar los diferentes momentos en los
que, cuando el yogī se va de este mundo, regresa a él o no regresa.”
(Bg. 8.23)
Aquí Kṛṣṇa indica
que si uno es capaz de abandonar el cuerpo en un momento particular, entonces
puede liberarse, para nunca volver al mundo material. Por otro lado, Él indica
que si uno muere en otro momento, entonces tendrá que volver. Existe ese
riesgo, pero no para el devoto que siempre está consciente de Kṛṣṇa, ya que él
tiene garantizada la entrada a la morada de Kṛṣṇa, a causa de su devoción al
Señor.
“Aquellos que
conocen al Brahman Supremo, llegan a ese Supremo yéndose del mundo durante la
influencia del dios del fuego, durante la luz, en un momento auspicioso del
día, durante la quincena de la Luna creciente o durante los seis meses en que
el Sol viaja por el Norte.” (Bg. 24)
El Sol pasa seis
meses por el Hemisferio Norte y seis meses por el Hemisferio Sur. En el Śrīmad-Bhāgavatam
encontramos información de que así como los planetas se mueven, también el Sol
se mueve. Si uno muere cuando el Sol está situado en el Hemisferio Norte, logra
la liberación.
“El místico que
se va de este mundo durante el humo, durante la noche, durante la quincena de
la Luna menguante o durante los seis meses en que el Sol pasa al Sur, llega al
planeta Luna, pero regresa de nuevo. De acuerdo con la opinión védica, hay dos
maneras de irse de este mundo: una en la luz y la otra en la oscuridad. Cuando
uno se va en la luz, no regresa; pero cuando se va en la oscuridad, sí lo
hace.” (Bg. 8.25-26)
Todo esto sucede
por casualidad. No sabemos cuándo vamos a morir, y podemos morir
accidentalmente en cualquier momento. Pero aquel que es un bhakti-yogī,
quien ha establecido su conciencia en Kṛṣṇa, no tiene posibilidad de
casualidad. Él siempre está seguro.
“Y quienquiera
que al final de la vida abandone el cuerpo recordándome únicamente a Mí, de
inmediato alcanza Mi naturaleza. De esto no hay ninguna duda. Aquel que medita
en Mí como Suprema Personalidad de Dios, con la mente constantemente dedicada a
recordarme a Mí, y que no se aparta del sendero, él, ¡oh, Pārtha!, es seguro
que llega a Mí.” (Bg. 8.5, 8)
Tal meditación en
Kṛṣṇa puede parecer muy difícil, pero no lo es. Si uno practica el proceso de
conciencia de Kṛṣṇa cantando el mahā-mantra, Hare Kṛṣṇa, Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa
Kṛṣṇa, Hare Hare/ Hare Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare, pronto recibirá
ayuda. Kṛṣṇa y Su nombre no son diferentes, y Kṛṣṇa y Su morada trascendental
tampoco son diferentes. Con la vibración sonora podemos hacer que Kṛṣṇa Se
asocie con nosotros. Por ejemplo, si cantamos Hare Kṛṣṇa en la calle, veremos
que Kṛṣṇa va con nosotros, así como cuando miramos hacia arriba y vemos la Luna
por encima de nosotros, percibimos que ella también va con nosotros. Si la
energía inferior de Kṛṣṇa parece que va con nosotros, ¿acaso no es posible que Kṛṣṇa
Mismo esté con nosotros cuando cantamos Sus nombres? Él nos acompañará, pero
tenemos que calificarnos para merecer Su compañía. Sin embargo, si siempre
estamos absortos en pensamientos acerca de Kṛṣṇa, debemos tener la seguridad de
que Kṛṣṇa siempre estará con nosotros. El Señor Caitanya Mahāprabhu ora así:
“¡Oh, mi Señor!
Solamente Tu santo nombre puede otorgar todas las bendiciones a los seres
vivientes, y por lo tanto tienes cientos y millones de nombres, tales como Kṛṣṇa
y Govinda. Tú has investido estos nombres trascendentales con todas Tus
energías trascendentales, y ni siquiera hay reglas estrictas para cantar estos
santos nombres. ¡Oh mi Señor! Por Tu bondad nos has permitido acercarnos a Ti
fácilmente mediante Tus santos nombres, pero soy tan desdichado que no siento
atracción por ellos.” (Śikṣāṣtaka, 2)
Por tan sólo
cantar el santo nombre podemos obtener todas las ventajas de la asociación
personal con Kṛṣṇa. El Señor Caitanya Mahāprabhu, quien no es sólo considerado
un alma iluminada sino también una encarnación de Kṛṣṇa Mismo, ha señalado que
en esta era de Kali, aunque los hombres no tienen verdaderas facilidades para
la autorrealización, Kṛṣṇa es tan bondadoso que nos ha dado este abda
(encarnación sonora), para que lo usemos como el yuga-dharma, o sendero
de iluminación para esta era. Con este método no se necesitan cualidades
especiales, y ni siquiera tenemos que saber sánscrito. Las vibraciones de Hare Kṛṣṇa
son tan potentes que cualquiera puede comenzar inmediatamente a cantarlas, sin
necesidad de conocimiento sobre el sánscrito.
“La persona que
acepta el sendero del servicio devocional no está desprovista de los resultados
que se obtienen del estudio de los Vedas, de la ejecución de sacrificios
austeros, de la caridad o de la ejecución de actividades filosóficas y
fruitivas. Por el simple hecho de realizar servicio devocional, ella consigue
todo eso, y al final llega a la eterna morada suprema.” (Bg. 8.28)
Aquí Kṛṣṇa dice
que el propósito de todas las instrucciones védicas es alcanzar la meta última
de la vida: volver a Dios. Todas las Escrituras de todos los países tienen esta
meta. Éste también ha sido el mensaje de todos los reformadores religiosos o ācāryas.
Por ejemplo, en occidente el Señor Jesucristo propagó este mismo mensaje. Lo
mismo hicieron el Señor Buda y Mahoma. Ninguno de ellos nos aconseja hacer
nuestra residencia permanentemente en este mundo material. Pueda haber pequeñas
diferencias de acuerdo con el país, la época y las circunstancias, y de acuerdo
con los preceptos de las Escrituras, pero todos los trascendentalistas genuinos
aceptan el fundamento principal de que nuestro destino no es estar en este
mundo material sino en el mundo espiritual. Todas las recomendaciones
encaminadas a satisfacer los deseos más íntimos del alma indican que vayamos a
los mundos de Kṛṣṇa, los cuales están más allá del nacimiento y la muerte.